“El bello verano” de Laura Luchetti. Crítica.

Algo que llama mucho la atención de los dramas históricos, suele ser la reconstrucción de la época evocada. Ya se, la ropa que usan los personajes o los objetos que antes eran usuales y ahora serían un tesoro. La película de Laura Luchetti, “El bello verano”, cumple con creces en este aspecto. Llega a las salas de cine, el próximo jueves 10 de octubre. 

Ginia vino del campo con su hermano y se instaló en Turín. Trabaja muy duro en un taller de costura, demostrando creatividad y gran capacidad. Sin embargo, un día conoce a Amelia, una modelo que se gana la vida posando desnuda para pintores. Ella la adentra en el bohemio mundo artístico de la preguerra. Un espacio al que Ginia no podría pertenecer de otra manera y para lo cual deberá repensar su moralidad. 

Tanto el arte como la fotografía son preciosas. La recreación de la época en los decorados y la ropa es de primer nivel. Los planos compiten con las pinturas que hacen los personajes en la película. Y todos los actores son de una belleza cuya ortodoxia no tiene igual. 

Sin embargo, esto no es más que un pintoresco cascarón. El cual, busca envolver una trama vista hasta el hartazgo, con personajes casi vacíos. Se convierten en exquisitos muñecos de porcelana, con bellos vestuarios, que se mueven a través de escenografías muy trabajadas. 

No se hace mención alguna al régimen que se vivía en ese momento en Italia, a nadie parece afectar. Ni siquiera se hace notar el advenimiento de la guerra. Si no se va a utilizar esto, ¿por qué ubicar la historia en este tiempo y lugar tan específicos? El ambiente no existe, se convierte en una excusa para el preciosismo vacuo. 

“El bello verano” de Laura Luchetti, es un drama histórico italiano firmado de manera excelente. Todo lo que se ve es un deleite para los ojos. Sin embargo, cae en los lugares comunes que caen todos los dramas. Incluso peor si le agregamos que replica todo lo visto en otras películas con temática LGBTIQ+.