“Alamesa” de Juan José Campanella, crítica.

De un tiempo a esta parte, la sociedad pareciera que entró en un modo de “piloto automático”. Cada vez más individualizada, cada uno en su rutina, corriendo detrás de sus cosas, sus problemas. Parecería que la gente se olvidó de mirar para el costado, de ayudarse y de incluirse. Desde esta perspectiva, la inclusión puede no llegar. Pero si se cambia el enfoque, si se busca la inclusión desde el otro lado, desde el incluirse, todo puede cambiar.

El documental “Alamesa” trata sobre el restaurante homónimo ubicado en el barrio porteño de Las Cañitas. Lo mágico de este lugar es su premisa, un restaurante de calidad, tan bueno como cualquier otro de la Argentina, pero atendido y trabajado por personas con distintas discapacidades. Así se pensó desde sus inicios, de esa manera se construyó el edificio, y desde esa perspectiva se trabaja.

El documental, entonces, es protagonizado por los 40 jóvenes neurodiversos que atienden y cocinan en “Alamesa”. Además, cuenta con la participación del creador del lugar Fernando Polack. Quien relata como un día pensó “¿Qué será de nuestros hijos con discapacidad cuando lleguen a la mayoría de edad?”, y que a partir de ahí viene trabajando con el objetivo de crear este establecimiento.

A través de este documental se demuestra que en realidad, una discapacidad no es más que las barreras que una sociedad le impone a ciertos individuos y que les impiden llevar su vida con “normalidad”. Alamesa es el vivo ejemplo de que las personas con discapacidad pueden trabajar, sustentarse ellas mismas, y alcanzar un estilo de vida que hasta hace un tiempo era impensado. 

La obra fue producida por Juan José Campanella y 100Bares. Y durante sus 50 minutos de duración invita a reflexionar acerca de la integración social, esta vez desde la perspectiva del integrado. El documental se estrenará en la plataforma Max el 3 de diciembre, en el marco del Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

Ya a manera de cierre no queda más que decir que “Alamesa” es un documental hermoso. Sumamente emotivo, al punto que hizo llorar a una sala de cine repleta durante su estreno, y valioso socialmente. Es una obra que invita a la reflexión y a mirar y acompañar al otro.