El puntapié de la Competencia Latinoamericana dentro del 35º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata lo dio la cinta de terror uruguaya que homenajea al cine giallo italiano.
Un drón que espía de arriba la llegada de un Honda accord a Montevideo. Es el año 1993, dentro del automóvil un desagradable personaje llega con un jarro lleno de aceitunas y se mete en un cine pronto a cerrar. Dentro del mismo solo queda el personal y unos pocos espectadores que asisten a la última función. El terror copa la escena con la proyección de Frankestein. El viejo proyector es operado por un experimentado señor que lleva diez horas trabajando, razón por la cual, su hija Ana (Luciana Grasso) decide reemplazarlo para que descanse mientras ella estudia durante la proyección del film. Pero la llegada del visitante hará que lo que parecía ser una noche más dentro del cine se transforme en una espeluznante pesadilla gore llena de sangre y violencia.
Emulando el clásico cine giallo italiano, el director sorprende al público con una entretenida historia sasher. La construcción de los personajes es convencional dentro del género: los rebeldes adolescentes, la pareja que asiste a la sala como primera cita; múltiples personajes que asisten al cine pero, paradójicamente no ven la película. Entonces ahí es donde aparece el «asesino comeojos» quien, de manera sangrienta y atroz, se irá cargando a cada uno de los espectadores. Quedarán atrapados dentro del cine a expensas del asesino serán Tomás y Ana, quienes deberán luchar para sobrevivir y no caer en manos del feroz asesino.
Haciendo honor al cine de Argento, también está presente un uso eficaz de colores primarios profundos: los decorados bañados en una luz roja y verde chillona, lo que le da a toda la película una intensidad alucinante. La partitura sonora acompaña el suspenso, y los asesinatos perpetrados por el visitante nocturno es suficiente para aflojar los intestinos por sí solo. Así como los primeros planos extremos de las escenas sangrientas y las ocurrentes muertes perpetradas el «comeojos». Como una especie de espiral aterrador todo ocurre en una especie de atmósfera fuera de tiempo donde se proyecta la que quizás sea la más aburrida versión del clásico de Mary Shelley, Frankestein: Day of the Beast del año 2011, aunque la película esté ambientada en 1993.
Sorpresivamente, Al Morir la Matinée se mete dentro de la competencia latinoamericana del festival. El cine de género tiene el lugar que se merece y lo hace con una interesante propuesta que homenajea a lo mejor del cine de terror. Un film apto para amantes del gore y el slasher que mezcla lo mejor de subgénero de lo ochenta como Halloween y Friday 13th, con la torpeza de los asesinos de films de los noventa como Scream o Se lo que hicieron el verano pasado, y la brutalidad sanguinaria del terror contemporáneo de Alexánder Aja.
Actuación
Arte
Fotografía
Guion
Música
Sorpresivamente, Al Morir la Matinée se mete dentro de la competencia latinoamericana del festival. El cine de género tiene el lugar que se merece y lo hace con una interesante propuesta que homenajea a lo mejor del cine de terror. Un film apto para amantes del gore y el slasher que mezcla lo mejor de subgénero de lo ochenta como Halloween y Friday 13th, con la torpeza de los asesinos de films de los noventa como Scream o Se lo que hicieron el verano pasado, y la brutalidad sanguinaria del terror contemporáneo de Alexánder Aja.
