“Cerro Quemado” de Juan Pablo Ruiz. Crítica.

Un largo camino a casa

Para seguir completando la cartelera de Cine.ar/play esta semana se estrena “CERRO QUEMADO” el documental de Juan Pablo Ruiz

Micaela se despierta algo movilizada. Tuvo un sueño con su abuela Felipa y llama inmediatamente a su madre para proponerle emprender un viaje hacia su reencuentro. Hace ya un tiempo que no se ven y siente esa pulsión y una cierta urgencia en ir hacia Cerro Quemado, a la casa de su abuela que es, a su vez, su casa natal.

Su madre, Cornelia, revive en su relato esa idea de que su abuela ha sido un personaje más que importante en la vida de Micaela, porque ha sido justamente quien la ha recibido en el instante de su nacimiento. Recuerda vívidamente ese momento, lo describe con lujo de detalles, lo rememora y lo comparten juntas.

Ese reencuentro familiar será el eje rector de este viaje que tiene varios recorridos que se multiplican y reverberan entre sí. Uno geográfico, que se percibe más claramente, cuando atraviesan las Altas Cumbres salteñas para llegar a encontrarse con Felipa. Un trayecto en donde nos ensoñaremos con una fotografía deslumbrante en un paisaje único, gracias al excelente trabajo de Gustavo Schiaffino, fundamental en el resultado final del documental.

Pero hay otros viajes, mucho más profundos que son los más interesantes de explorar y son aquellos que justamente Juan Pablo Ruiz invita a que el espectador recorra a medida que avanza la narración que si bien es documental, presenta un esquema simple pero profundo, que bien podría contarse en cualquier ficción.

Inteligentemente, Ruiz trata de borrar toda señal de la presencia de la cámara para seguirlas en su ritmo, en su respiración, en sus tiempos tanto a Micaela como a Cornelia y desde lo observacional y el detalle, poder relatar los vínculos, las costumbres, las pausas y describir perfectamente a sus personajes.

Ruiz abreva en lo poético para que este viaje sea un encuentro con sus orígenes. Y no sólo para Micaela significará volver al lugar de su nacimiento, a ese útero que la cobija, como una nueva forma de volver a parirse,  sino que a la vez servirá de espejo para vincularse con la cultura coya y reivindicar a los pueblos originarios y a su cultura.  El rescate que realiza Micaela también como artista folclórica a través de su música y de su arte, permite acercarnos a toda la cultura de sus ancestros, de sus antecesores, esa cultura que se encuentra en extinción y que de esta manera vuelve a visibilizarse

Por otra parte este viaje tiene una intención de despedida, aunque no lo ponga en palabras o lo narre explícitamente, hay una sensación tácita de alerta para no posponer ese encuentro, lo que se evidencia en esa necesidad imperiosa de Micaela de emprender el viaje. Felipa ya es muy mayor y ese sueño oficia de llamado, de premonición, para producir un encuentro antes de un posible final.

Por último, este viaje también convoca a un sentido de pertenencia (como también sucede en la escena de la marca de los animales) y se traduce en un  volver a la fuente, en el orgullo de sentirse parte de esta línea de mujeres que conforman tres generaciones coyas  -más las mujeres que evoca Felipa en sus conversaciones con Micaela- dispuestas a no ceder sus raíces frente a la invasión y el atropello que viven sobre sus tradiciones y su cultura.

CERRO QUEMADO” se completa con esa música que es como un arrullo, una canción de cuna, que las protagonistas tararean en diferentes fragmentos más la propia música compuesta por Micaela que conforma la banda de sonido del filme. Al trabajo de fotografía de Schiaffino se suma la cámara de Ruiz, que mediante largos planos secuencias se sumerge en ese pulso que le marcan estas mujeres para lograr una exquisita intimidad, en tiempo real, que es un remanso para el espectador.

Dirección
Montaje
Arte y Fotografia
Música
Guion

Además del viaje de Micaela a visitar a su abuela, Ruiz plantea otros viajes, mucho más profundos tratando de borrar toda señal de la presencia de la cámara para seguirlas en su ritmo, en su respiración, abrevando en lo poético para que este viaje sea un encuentro con sus orígenes con una intención de despedida, con ese sueño que oficia de premonición, para producir un encuentro antes de un posible final.

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