Natalia Oreiro: “Pienso que en otra vida fui rusa”.

La cantante y actriz protagonista del documental "Nasha Natasha" brindó una entrevista exclusiva a Cine Argentino Hoy.

La realización producida por Axel Kuschevatzky y dirigida por el director Martín Sastre, se estrenó recientemente en la plataforma de Netflix donde retrata la gira del 2014 de Natalia Oreiro por 16 ciudades de Rusia en el Expreso Transiberiano y lo que genera en su público. También cuenta su infancia en Montevideo con testimonios de familiares.

-¿Cómo surgió el proyecto?

-Estamos muy contentos, yo personalmente, aún no puedo creer que sea verdad, porque fueron muchos años de mi vida que se cuentan dentro del documental, no sólo la gira sino gran parte de mi mundo, de mi infancia, de mis afectos. Entonces, para mí es una sensación por un lado rara, extraña; estoy acostumbrada a hacer otros personajes, de encarnar a otras personas y cuando miro el film y veo a mis padres, a mi hijo, me cuesta tomar esa distancia de un trabajo o vocación profesional. Pero al mismo tiempo tengo un amor tan profundo, siento un sentimiento tan especial por Rusia, que me emociona ver la cinta, y miro la cara de ellos, de ellas y sentir que crecimos juntos. Esa dedicación que se toman conmigo, me conmueve un montón.

-¿Fue pensado desde un primer momento en estrenar el material en la plataforma de Netflix?

-Sinceramente no sabíamos muy bien que íbamos a hacer con el material. La idea que el director Martín Sastre me acompañara a la gira surgió, primero, porque somos muy amigos desde que quisimos filmar Miss Tacuarembó. Nos llevó muchos años poder concretar ese proyecto y en todo ese tiempo nos hicimos realmente grandes amigos, él conoce: mis anhelos, mis frustraciones, todo lo que me pasa. Sus abuelos son rusos, entonces cuando surgió la posibilidad de hacer esta gira atravesando Rusia en el Transiberiano, lo invité a que me acompañara en plan amigo y también con un objetivo de registro documental, no sabiendo muy bien qué hacer con todo lo filmado. En lo personal, tenía ganas, quería tener un registro copado, desde la mirada de alguien a quien quiero y admiro. A veces pensaba, por hay cuando tenga nietos y les cuente “su abuela iba a Rusia”, no lo van a creer sino lo ven plasmado en una cinta.

-¿Cómo reaccionó Martín al llegar a Rusia?

-Cuando Martín llegó a Rusia no podía creer lo que estaba pasando, entre la emoción que le producía estar en la tierra de sus antepasados y ver lo que a la gente le sucedía con nuestra cultura hispana, me comentó que con todo esto daba para hacer una gran película. 

-¿Aparte de la gira mostraste en la realización otras facetas desconocidas para el público?

El film muestra momentos muy privados dentro de la gira y los percances, fuera de ella, se registraron todas estas situaciones. Me permití mostrar a mi amigo Martín, intimidades como, por ejemplo, mi angustia extrañando a mi hijo, o los problemas que podrían surgir, pero no había un norte concreto. Cuando él regresa y se encuentra con ese material, me dijo muy seriamente que quería hacer una película. A partir de ese momento, buscamos qué tipo de película queríamos contar, desde qué lugar, y eso nos llevó muchos años; incluso, nosotros nos presentamos en el Festival de Cine de Moscú, al que fuimos invitados y presentamos un corte que era bastante más largo, más un work in progress, que tenía más que ver mi relación con Rusia y la gira del 2014. Cuando decidimos hacer algo para poder presentarlo en cine o alguna plataforma, nos encontramos con la necesidad de hacer una especie de paralelismo entre lo que le sucedía a esa generación rusa que me siguen desde muy chica y mi propia historia de origen; fue como una vuelta a mis inicios reencontrarme con esos afectos, con esos lugares, esos deseos de niña de ser actriz, de viajar por el mundo; hoy lo veo con ternura, pero en ese momento tenía una determinación muy profunda de lo que quería ser. En toda esa búsqueda se fue hilvanando esa historia de lucha, de sueños y de trabajo que se ve reflejado en el documental.

-El documental por momentos tiene el frenesí de un vídeo clip pero en otros cambia a un registro intimista, ¿cómo fue ensamblar esas dos vertientes en la producción?

-Martín tiene una ductilidad para saltar del video-arte a lo cinematográfico. En realidad, ambos tenemos casi la misma edad y crecimos con los vídeo clips de los ’90, entonces la música pop de la película, es muy típica de esa época. Pero al mismo tiempo, el director tiene un costado muy cinematográfica. Además, Rusia tiene una gran historia cultural y de paisajes para ser filmada; sólo el hecho de poner la cámara y filmar los abedules en el invierno con la nieve cayendo, es todo poesía y me hace recordar a “Doctor Zhivago”. Esta realización tiene el contraste de mostrar la locura de un show, de subirme a un escenario, de estar con muchísima gente y luego estar en la soledad más absoluta de una habitación de un hotel tratando de hablar a miles de kilómetros de distancia con mi hijo, mi miedo como madre, ya que en esa época era muy chico y lactante, y a Siberia no lo podía llevar porque hacía 35 grados bajo cero y viajábamos de madrugada y no lo podía llevar. El reencuentro con mi niño y con su padre cuando regresamos para Moscú y San Petersburgo fue muy emocionante.

-Lolita Torres generó en Rusia en lo que vos lograste en los ’90 y seguís logrando ante el público. ¿Qué reflexión nos podés hacer al respecto?

-Lo de Lolita Torres es un gran elogio que me hacés, te lo agradezco, a mi ella me encanta. En Rusia la aman, la recuerdan muchísimo. Ella entró en un momento de exportación del cine argentino, donde en ese país no entraban los tanques hollywoodenses, sino producciones latinoamericanas, y eso hizo que conocieran a una grande como Lolita; ella viajó, y hay anécdotas maravillosas como el primer hombre ruso que llegó al espacio, Yuri Gagarin, llevaba en su mente las canciones de Lolita Torres en ese momento.

-¿Cuál es el vínculo que tenés con tus seguidores en Rusia?

A mi me emociona nuestro vínculo con mis seguidores de Rusia y trasciende lo profesional. Ellos me conocieron a través de un personaje que les gustó, que se identificaron o que quisieron aspirar a ese tipo de mujer, que la veían cercana y distante al mismo tiempo, en la realidad de ellos de esa época. Después, cuando nos conocimos se empezó a construir un vínculo de amorosidad, una relación más profunda, que tiene que ver con los sentimientos y no tiene que ver con la canción, la película o la novela, tiene que ver con la persona. Me cuidan muchísimo, me miman mucho, son muy laboriosos en cuanto a los recuerdos que quieren dejarme; ellos hacen muchas cosas artesanalmente para regalarme con la cara de mi hijo, de mi marido, cuadros, muñecos, una infinidad de objetos que, por supuesto, me los traigo para mi casa; tengo un cuarto exclusivamente para albergar los regalos. A mí me cuesta devolver todo ese amor, digamos, en el sentido que nada es suficiente para darles. Por eso, en gran parte este documental es también para agradecerles a ellos.

-¿Cuáles pensás que son los factores de la comunión del público de Rusia con vos?

-Puedo hacer el ejercicio de distintas alternativas e hipótesis, por un lado, como dice una periodista de Rusia que ahora vive en Buenos Aires me dijo: que en el momento en que yo nací a las jóvenes de ese país habían heredado otro tipo de cultura femenina, como que el ruso tiene que ser fuerte. Recordemos que es un territorio que atravesó guerras, tuvieron que levantarse varias veces, tiene una historia tremenda que yo admiro muchísimo por el poder de resiliencia que poseen. Pero al mismo tiempo, la mujer rusa es muy romántica, recordemos a los grandes autores rusos con sus novelas: Tolstói, Pushkin  que abordan en sus textos lo que te comenté, pero también se le exigía fortaleza, rudeza, y entonces cuando vieron a este personaje “La cholito” en Muñeca Brava, de la misma edad de ellos, que era una mujer desenfadada, que contestaba, que no era sumisa. Las heroínas de televisión de los ’90 en la mayoría eran personajes más sufridos, en mi caso era todo lo contrario: me vestía de chico, no me dejaba pisotear, jugaba a la pelota, eso los impactó mucho. Otro de los factores que les genera empatía es mi nombre que es muy ruso, hay muchísimas Natalia en el país europeo, me veían muy parecida, muy cachetona, ojos redondos. Por otra parte, si juego con el esoterismo, pienso que en otra vida fui rusa. Pero con lo que me quedo es con otra causa, que es con lo que yo siento, que a ellas les pasó algo conmigo cuando eran chicos y los marcó, y por eso para mí, en la película, mi vuelta al origen a la casa de mi abuela en el Cerro de Montevideo, encontrarme con ese galpón donde yo pasaba las tardes, me disfrazaba y soñaba con ser actriz, y de alguna manera tracé ese destino, también empatiza con esa situación, porque siento que lo te pasa en la infancia te marca para siempre y te construye.

-¿Como vivenciaste volver a esos lugares donde pasaste tu infancia en el documental?

-Para mí fue conmovedor. Es un momento del documental que no puedo controlar el sentimiento de emoción que me inunda. En ese instante, se me vinieron treinta años encima, de repente, y me encontré chiquitita, recordando el color de la puerta del galpón, las flores que allí había, el olor a las milanesas que mi abuela me cocinaba, eran todos los recuerdos juntos. Lo lindo de eso es que me reconocí en esa nena, sentí que no la había traicionado, que ese sueño que tenía de chica era parte de lo que había construido durante todos estos años a lo largo de mi vida. Me puso triste por no estar ahí con ellos, porque ellos ya no están, melancólica, porque ya no estoy en Uruguay, pero me dio mucha fortaleza saber que cada pasito que dí, lo elegí y lo construí. En el film se habla mucho del esfuerzo y del trabajo, y yo me creo una persona trabajadora, pero porque me gusta y además consideró que es así; y después de haber trabajado todo un día duermo tranquila porque siento que le puse todo lo que tenía para ponerle.

-Interpretaste a personajes populares como “Gilda” y ahora a Eva Perón próximamente basada en la novela de “Santa Evita” de Tomás Eloy Martínez, ¿cómo las abordas y cómo te atraviesan estas personalidades en tu vida?

-Por suerte, ya nos confirmaron de producción que el proyecto de “Santa Evita” sigue en pié, y se va a hacer a principios del año que viene, igualmente veníamos ensayando cuando ocurrió la pandemia. Este año íbamos a estrenar tres películas: “La noche mágica” de Gastón Portal, que en marzo antes de la cuarentena habíamos lanzado el film con afiches en la vía pública, y luego por el aislamiento quedó en suspenso. También hay otras realizaciones que están para exhibirse para cuando aclare el panorama: “Los rojos” de Matías Lucchesi, y “Hoy se arregla el mundo”, de Ariel Winograd.
Por otra parte, nombraste dos personajes de mujeres fuertes que marcaron un momento, y son muy admiradas. La diferencia entre una y otra, en el caso de Gilda, siempre quise interpretarla, la sentía cercana, me gustaba su música, cuando conocí su historia como mujer, me identifiqué muchísimo y traccioné para personificarla. Igual, entre ser admiradora y encarnarla, hay un abismo, porque uno después tiene que desandar su propia historia, ponerse en la piel del personaje. A veces, no sirve ser muy fan de alguien porque no podes ser objetivo en cuanto al claroscuro; entonces hay que hacer allí un balance para que el rol que te toque, puedas abordarlo de diferentes aristas y no sea plano. En el caso de Eva, nunca me imaginé interpretándola, no sentía que tenía la capacidad para hacerlo hace un tiempo, ni las herramientas actorales para lograrlo; y además la habían encarnado tan buenas actrices que me resultaba difícil imaginarme una nueva interpretación. Cuando surgió la posibilidad de participar del casting del realizador de “Santa Evita”, Rodrigo García, que va a dirigirla, y me convocaron me dije: “El tren no pasa dos veces, una vez lo dejé pasar por miedo o frustración, inténtalo, total es un casting”. Obviamente lo preparé, fui y quedé, pero igual me dio miedo porque uno siente inseguridad cuando estás frente a un desafío importante. En mi caso, intento que el temor no me paralice para poder accionar, y me puse a trabajar enseguida, con coach, con fonoaudióloga, a investigar, a leer libros, ver videos, todo lo que puedo. Ahora tengo más tiempo para poder estudiarla y le veo el lado bueno a esta situación tan triste.

Reviví el audio de la entrevista completa con Natalia Oreiro

Compartimos la crítica de Javier Erlij de “Nasha Natasha”

“Nasha Natasha”: Documental sobre Natalia Oreiro en su gira a Rusia.

 

 

 

 

 

Javier Erlij

Licenciado en Periodismo, Profesor para la Enseñanza Primaria, Técnico en Periodismo, Critico de Cine. CEO de Cine Argentino Hoy.

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