El director inglés regresa a la fórmula que mejor le funcionó y nos trae una divertida comedia de gangsters, mafias, narcotráfico y apuestas ilegales. Por Bruno Calabrese.
Guy Ritchie irrumpió en el cine hace más de 20 años con una joya del cine inglés como “Juegos, Trampas y Dos Pistolas Humeantes”. Años después se fue para EEUU para filmar la frenéticamente divertida “Snatch: cerdos y diamantes”. Ambas películas presentaban una serie de elementos visuales y narrativos, sumamente atractivos: juegos de cartas y apuestas ilegales en habitaciones reducidas, personajes sombríos y coloridos con apodos memorables al estilo Tarantino, secuencias de persecuciones hilarantes, peleas viscerales, giros y múltiples hilos entrelazados de la trama, y bandas sonoras intensas y frescas. En sus películas se notaba una influencia de estilos, aparte del director de “Perros de la Calle”; mafiosos tipos Scorsese y un montaje acelerado a lo Danny Boyle; pero todas con el toque característico del humor inglés.
Con semejante presentación muchos aplaudieron la aparición de un director contanta diversidad de estilos. Pero algo pasó en el medio y con el tiempo su carrera se desdibujó. La debacle arrancó con su tercera película, “Swept Away” protagonizada por Madonna, su esposa en ese momento. El film era una especie de secuela del clásico del cine italiano “Insólita aventura de verano” de Lina Wertmüller. El film fue un fracaso de críticas y de público. Lo mismo pasó con su cuarta película “Revolver”, un olvidable intento de volver a la fuente que no rindió los resultados esperados. Parecía ser que la mudanza a la meca del cine hacía que todos sus productos naufragaran en la nostalgia de sus dos primeras obras. Aunque levantó un poco la puntería con “Rock´N´Rolla” nada fue como sus inicios.
A partir de ahí comenzó a realizar películas por encargue. Arrancó con la saga “Sherlock Holmes” protagonizada por Robert Downey Jr. y siguió con la versión nueva de “El Agente de C.I.P.O.L”, “Rey Arturo” hasta terminar en la nueva versión de “Aladdin” del año 2019 (si, nada que ver con su filmografía). Parecía que la carrera de Guy deambulaba en productos ajenos y que nunca llegaría a ser la de sus comienzos.
Pero nada fue así, la llegada de “Los Caballeros” nos devuelve la esperanza y lo vuelve a poner como ese gran director de sus inicios. La historia gira en torno Mickey Pearson, un traficante de marihuana que, ante la proximidad de la legalización del cannabis, decide vender su imperio a un multimillonario norteamericano. Dada el avance tecnológico existente el negocio de Mickey tiene la particularidad de que su producción de mercadería es cultivada en laboratorios subterraneos ubicadas en fincas de multimillonarios ingleses. Pero lo que parecía un retiro tranquilo para Mickey de la actividad delictiva se transformará en un juego de traiciones dentro de un particular micromundo de pandillas.
Algunos lo podrán tildar de repetitivo en su estética, pero es la fórmula que funciona y que mejor que volver a la fuente para lograr un entretenimiento de la factura de “Los Caballeros”. Personajes estrafalarios y torpemente divertidos se hacen presentes. En todo esa galería sobresale Hugh Grant, como el chantajista periodista Fletcher, quien también hace las veces de narrador (A más de uno nos gustaría adoptar el nombre Raymondo para una mascota después de ver la película). También brilla Colin Farrell interpretando a “Coach”, un profesor de artes marciales que entrena chicos en situación de vulnerabilidad y los rescata de la calle pero que se ve involucrado en el juego cuando un grupo de jóvenes de su gimnasio irrumpen en el indoor subterraneo y suben la filmación a las redes sociales. La otra sorpresa es el actor de Succession, Jeremy Strong, quien se luce como el refinado millonario que intenta comprar el imperio de Mickael.
Con algunas escenas que recuerdan a films de Tarantino (La escena en el departamento de los heroinómanos parece salida de “Pulp Fiction”), la película recorre toda la historia mediante flashbacks, idas y vueltas en el tiempo, pero siempre con la violencia como herramienta de humor negro, acompañada por una notable banda sonora. A la vez que aprovecha el uso de las redes sociales y los celulares para adaptarlo a la trama, sin perder la impronta de película de gangster clásica.
“Los Caballeros” es una comedia de pandillas ágil, dinámica, un film que devuelve al director a las grandes ligas en forma refinada y elagante (el vestuario es impecable). Guy Ritchie nos introduce en una historia llena de sobornos, chantajes y traiciones, que nos lleva a recorrer un submundo de criminales millonarios estafadores, con la impronta que lo caracterizó en sus inicios, un regreso esperado por muchos fanáticos del director inglés.
Puntaje: 90/100.