Un documental extraordinario y súper revelador, donde la directora se adentra en el mundo gitano a partir de la historia de Karina, la primera de la comunidad en recibirse de abogada en Argentina. En la nota, Florencia García Long narra sobre la vida gitana, sus costumbres y el miedo a perder su identidad ante una sociedad mayoritaria que marca cambios y posibilidades. -Florencia en “Ella va de largo” abordas la película de la primera abogada gitana que se recibió en el país. ¿Cómo llegaste a esta historia?
-Llegué un poco por esos caminos de la vida en los que estaba buscando trabajar, no tenía con claridad el formato, pero sí quería trabajar con una historia. En principio estaba buscando relatos de resiliencia, de cambio, como de superación, y recordé esta historia que había visto tiempo atrás. Es sobre Karina y sus viajes a Roca, que es una ciudad cercana a Neuquén, donde ella llevaba un bolso con ropa para cambiarse a la ida y a la vuelta.
-Qué increíble, recordemos que ella es gitana…
-Sí, una mujer gitana terminando el secundario y diciéndole a su padre que quería ir a la universidad, y el padre que le dijo: “Bueno, si te da la cabeza anda”. Un padre que hizo hasta primer grado y después dice que saltó a 5to grado porque le parecía muy larga la escuela.
Todos esos elementos nos dan una pauta de que algo que nos parece totalmente normal, que son 12 años en total entre la escolaridad y la secundaria, y si estudiaste en la universidad son 5 o 6 años más, son 18 años de vida, para ellos es un tiempo enorme. Es demasiado tiempo porque no están acostumbrados a esa institucionalidad, como hace la escuela, la formalidad del conocimiento. Entonces, de pronto va la hija y le dice “Quiero estudiar”, y el padre la habilita.
Ahí empiezan años de sostener un poco las dos vidas: la de estudiante universitaria, que no quería que se notara que era gitana hasta que esto salta a la luz, y la vida de la gitana en la casa, atendiendo y haciendo lo que corresponde para una gitana. Le llevó, por supuesto, a una crisis de identidad.
Ahí empiezan años de sostener un poco las dos vidas: la de estudiante universitaria y la vida de la gitana en la casa. Le llevó, por supuesto, a una crisis de identidad”.
-Como que se educaban para estar, para servir en la casa, para casarse, pero no para estudiar.
-Claro.
-Pero no para avanzar.
-Vos imagínate, hace 50 o 70 años atrás era un pueblo nómade, y pensar un proceso de escolaridad de 12 años era estar cambiando de escuela en cada pueblo que llegaban. Por eso a ellos les alcanza con leer, escribir, conocer un poco de la historia local, algo, digamos que de ser argentino, y matemática, o sea unos cálculos, saber operar con números, y con eso alcanzaba.
Eso mismo también pasaba en otro tiempo con gente que trabajaba en el campo, pero claro pasó mucho tiempo de esa época para nosotros, sin embargo, los gitanos en ese sentido todavía no encuentran el conocimiento o el acceso a una profesión como algo que les es muy parte de su cultura.
Entonces es un tema, puesto que este salto temporal de Karina a ese mundo, también les trae a la propia comunidad gitana, una posibilidad, una apertura, y eso provoca también mucho temor de que eso los cambie y dejen de ser quiénes son, que sus hijas se casen con criollos…
Los gitanos en ese sentido todavía no encuentran el conocimiento o el acceso a una profesión como algo que les es muy parte de su cultura”.
-Eso lo toman como una pérdida de identidad, ese miedo a perder los valores que tienen y que asimilan como tal…
-Hay un poco de eso, pero los gitanos no son los únicos, también los grupos más ortodoxos, los budistas en su práctica… Es propio de cualquier comunidad que frente a una sociedad mayoritaria en la que vive, no quieran desdibujarse y parecerse demasiado y asumir sus formas de vida, de vestimenta… Hay una reivindicación de ser gitanos y argentinos.
-La verdad que es extraordinario el documental, súper revelador. ¿Te costó mucho adentrarte en su comunidad?
-No, al contrario. Hubo mucha receptividad, por supuesto que generó preguntas: “¿Qué vas a contar? ¿Cómo lo vas a contar?”, pero después hubo mucha entrega, les gusta la cámara también. Todas estas mujeres tienen una impronta potente y dicen lo que piensan y sienten frente a la cámara, pero muchas son de recibir: te ponen comida, te alojan. Es muy interesante la receptividad con el de afuera.
Es propio de cualquier comunidad que frente a una sociedad mayoritaria en la que vive, no quieran desdibujarse y parecerse demasiado”.
-¿Cómo viviste el estreno de “Ella va de largo”?
-Me encantó.
-¿Cómo lo recibió la gente?
-Muy bien, fueron personas que me sorprendieron, con intereses de distintos lugares, observando distintas cosas que les gustó; pero además, la sala es espectacular, divina. La película está toda la semana en el cine Gaumont hasta el miércoles 22 de marzo a las 20 horas.
Edición periodística: Andrea Reyes