Dirigida por Aurélie Saada, presenta la historia de Rose, una viuda de 78 años que, tras la pérdida de su esposo, se embarca en la búsqueda de redefinirse como mujer. A medida que su impulso por vivir choca con las preocupaciones de sus hijos, el equilibrio familiar se desmorona, dando paso a una narrativa que intenta explorar la complejidad de la vida en la tercera edad.
La película, protagonizada por Françoise Fabian, no logra despegar debido a un guion endeble y plagado de clichés. Si bien, la protagonista ofrece momentos de encanto y profundidad en su interpretación, el resto de los personajes se ve limitado a un máximo de dos características, reduciéndolos a estereotipos unidimensionales.
Aurélie Saada, como directora y coguionista junto a Yaël Langmann, aborda las diferentes personalidades de manera superficial, proporcionando debilidades y rasgos que carecen de profundidad. Los personajes, como Pierre y Léon, carecen de matices, mientras que otros, como Sarah, se ven limitados en su desarrollo independiente. La propia Rose, a pesar del esfuerzo de Françoise , transmite una sensación de pérdida confusa y una esperanza vacilante, pero el guion no le otorga el espacio necesario para explorar plenamente su complejidad.
La película también intenta abordar cuestiones culturales, incorporando elementos sefardíes y referencias judías que parecen más complacientes que auténticas. La falta de matices en estos aspectos deja la impresión de que la película busca satisfacer a un público específico en lugar de explorar auténticamente la identidad de los personajes.
En cuanto a la dirección de fotografía de Martin de Chabaneix, las imágenes panorámicas intentan reflejar el estado psicológico de los personajes, pero a menudo resultan forzadas y carentes de sutileza. La música de Saada, aunque agradable, no logra compensar las deficiencias narrativas.
Calificación
Actuacion
Arte
Fotografia
Guion
Musica
"Rose" se queda corta en ofrecer una narrativa enriquecedora y personajes matizados. La falta de profundidad en el guion y la dirección impide que la película florezca, dejando al espectador con una sensación de insatisfacción ante un potencial desaprovechado.