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“The Tragedy of Macbeth” de Joel Coen. Crítica.

La nueva incorporación de Apple TV+.

Nadie puede negar que William Shakespeare escribió mucho acerca de la mujer, de lo femenino, del poder que a través de sus múltiples personajes (Julieta, Ofelia, Porcia, Lady Macbeth, Desdémona, para citar solo algunas) el sabio escritor reflejó en ellas como pie de apoyo para sus grandes tragedias y comedias. El misterio del deseo. Si nos extendemos en el tiempo, para adelante y para atrás, veremos que la inolvidable literatura gira alrededor de la mujer. O al menos, nunca queda en un segundo plano. Mítica, realista, endiosada, mercantil, sometida, gozante, la mujer es portadora de un saber que resulta mucho más atractivo, brumoso e inagotable que el de los héroes masculinos.

Llega hoy al streaming otra versión de la tragedia de Macbeth (Apple Tv+), esta vez, de la mano de Joel Coen. Ver esta obra nuevamente nos conduce a la misma pregunta: ¿Qué esperamos ver que no hayamos visto aún? Lo llamativo es que a pesar de lo repetido e insidioso que resulta ver una trama en la que más o menos ya se sabe qué va a suceder y cómo, esta puesta en escena nos invita a escribir sobre un par de cosas.

Hacía tiempo no veía un teatro en el cine, que no parece que ser teatro y tampoco cine. En blanco y negro, con una escenografía que abusa con total beneplácito del violento claro oscuro e incluso de ángulos de la cámara insospechados. Nos lleva de la mano sobre un carril muy atractivo, el de engañarnos, por así decirlo, sin que sintamos violencia en el engaño. Algo de puesta en escena operística, seduce en cuanto que nunca sabemos de antemano dónde van a estar parados cada uno de los personajes. Escenografías que evocan espacios cerrados, aunque conservando siempre un cierto punto de fuga. Mobiliario casi ausente en un clima de austeridad medieval. Ecos del cine de Dryer (Juana de Arco). ¡Cómo me gustaría ver una puesta de Shakespeare dirigida por Tim Burton!

Cuesta mucho “ desenmascarar” a Denzel Washington (Macbeth) porque él es un actor que ya es un personaje en sí mismo; su tono de voz, algunos gestos de sus manos, su andar, no puede impedir que recordemos sus papeles en el género de la violencia ciudadana o los héroes cotidianos. Creo que a mi gusto le falta ese tono inglés, escocés que caracteriza al teatro isabelino, ya que su dicción nunca logra resaltar. Diría que es un Macbeth demasiado urbano.

No así la espléndida Frances McDormand (Lady Macbeth). Esposa del director, figura afamada de amplia garantía al tener que hacerse cargo de personajes, o sufridos o algo ingenuos. Esta Lady Macbeth nos propone con su rostro casi sin edad, a una mujer de terror y de poder ilimitado, que acompaña de manera eficaz a las tres bizarras hermanas del destino, eco de las parcas griegas (nueva aparición de la forma de mujer). Hay que considerar que son prácticamente las únicas mujeres de toda la obra.

Freud, a quien le fascinaba la lectura de los clásicos, concluyó que la esterilidad de Lady Macbeth, de esta mujer que comienza siendo impecable en sus decisiones, termina su vida perseguida por su “dorada culpa” (Shakespeare que sabía mucho del lenguaje inglés, lo escribe como “gilt” y “guilt”, que suenan igual pero que refieren a lo dorado y a la culpa, eco del alemán “geld”, dinero). Porque la culpa es la otra cara del deseo. Freud entendía que “ los gérmenes de angustia que en la noche del asesinato del rey Duncan, surgen en Macbeth no se desarrollen luego en él, sino en su mujer. De este modo se cumple en ella lo que a él le hacían temer sus remordimientos (…) agotando así, entre los dos, las posibilidades de la reacción al delito, como dos partes desacordes de una única individualidad psíquica y acaso copias de un único modelo”.

Lady Macbeth es la dama, la esposa, la estéril, la voraz que ha sacrificado su fecundidad en pos de multiplicar su dominio sobre los hombres. Tanto él como ella son socios en un forma de acumulación de poder,  que desafiando al oráculo, deberán caer de la escena para que se restaure el orden familiar en la transmisión del poder. Padres que matan hijos; hijos que matan padres. Madres que dan hijos sin parir.

M.B.

Critica por: Mario Betteo.
Edición: Laura Spampinato. 

 

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