“Santa Evita” Crítica. La realidad a la altura de la ficción

Hay momentos que parecen mentira que hayan sido verdad, y este definitivamente entra en el Top 10 de la historia argentina. Santa Evita es una serie que se estrenó el pasado 26 de julio -en el 70 aniversario de la muerte de Eva Perón- en Star+.

Basada en la novela homónima de Tomás Eloy Martínez, la serie se centra en las andanzas del coronel Moori Koenig (Ernesto Alterio) para “desaparecer” el cuerpo de Eva Perón (Natalia Oreiro) durante la autodenominada Revolución Libertadora, en 1955. Quince años después, el periodista Mariano Vazquez (Diego Velázquez) es mandado a investigar lo sucedido con resultados inesperados.

Aunque el mayor peso de la historia recae en la mismísima Eva, la presencia del ensamble de actores y actrices de importancia hacen que los siete capítulos no se puedan dejar de ver. Desde la composición actoral de Natalia Oreiro -una Eva que no tiene nada que envidiarle a sus predecesoras- hasta el talento de Ernesto Alterio, cuya interpretación abarca tantos estados de ánimo que demuestra el haberse ganado con creces su lugar entre los grandes. En el medio de toda esa escala están un correctísimo Darío Grandinetti como Juan Domingo Perón, un muy buen Diego Velázquez que logra tomar las riendas de su parte de la historia, y el porte de Francesc Orella (el protagonista de Merlí) como el Dr. Pedro Ara, una participación breve pero potente.

Otro de los grandes elementos que hacen que esta serie se vea así es su arte y fotografía, esta última en manos del ya legendario Felix “Chango” Monti. Se nota y agradece porque se logran los climas necesarios en los momentos correctos que la hacen digna de querer verla en pantalla grande.

Aunque no hay que olvidar que es una ficción, la base de los hechos que ocurren en Santa Evita son reales, el cuerpo de Eva verdaderamente pasó por muchas cosas y lugares hasta poder descansar finalmente en el Cementerio de la Recoleta. Es increíble, hasta el día de hoy, lo que el ser humano es capaz de hacer para conseguir objetivos nefastos. Increíble, y real. Argentina, no lo entenderías.