Sabrina Moreno: “Me interesaba retratar este mundo, de lo familiar y lo complejo que puede ser cuando hay mucho amor y al mismo tiempo se producen ataduras por ese vínculo”

La directora de la película “Azul el mar”, film que participa en la 34º edición del Festival internacional de cine de Mar del Plata en la sección de Panorama de Cine Argentino, conversó con Cine Argentino Hoy sobre el proceso de guión, el rodaje, los actores, todo lo relacionado a su primer película como directora y sus experiencias personales. Por Rodrigo Fernandez Mallo.

– ¿Cómo surgió la idea para llevar a cabo esta película?

Surgió de recuerdos de los viajes que yo hacía con mi familia acá a Mar del Plata cuando éramos chicos. Era muy importante para mí y mi familia producir esos recuerdos familiares. Cuando  ya era más grande y tenía veinte y pico ya no estábamos viajando tanto y como tenía esas imágenes en mí cabeza, me empezaron a aparecer en el recuerdo y en sueños. Me surgió esa necesidad de grabar algo que entendía que ya no íbamos a tener.  Cada uno de nosotros nos íbamos transformando, creciendo y también yo estaba pensando en que quería hacer mi primera película. Me interesaba retratar este mundo, de lo familiar y lo complejo que es eso familiar cuando hay mucho amor y al mismo tiempo muchas ataduras por ese mismo amor. Y para reflexionar y cuestionarme yo misma también, como veía a mi familia, como veo y como pienso una familia y un poco de ahí surgió todo.

-¿Cómo fue el proceso de guión?

El proceso de escritura fue muy rápido al principio porque fue simplemente como bajar un montón de ideas e ir dándole forma. En esa lluvia de ideas y recuerdos también fue conversar con mis hermanos, que se acuerdan de esto que se acuerdan de lo otro. Además de darme cuenta de los detalles de cada uno, se nos había grabado a muchos lo mismo. Me hizo pensar cuantos estarán grabando los mismos recuerdos que tienen que ver con esos detalles y cosas particulares que uno pasa sobre todo desde la infancia hasta su adultez.

-¿Fue difícil generar el vínculo y trato entre Umbra y Beto, la pareja protagonista en la película?

No, por suerte lo primero que hicimos tanto con Umbra como con Beto fue empezar a ver cómo íbamos a trabajar juntos esta pareja. Luego ver como se iba a ir logrando cuanto de lo que pasaba ella iba a poder decir en palabras, en acciones y cuanto no, porque simplemente queda en una mirada, en un silencio o en una respiración. Entonces hicimos como una lectura de guion entre los tres y empezamos  a hablar de un montón de cosas que tenían que ver con esa familia, con una determinada sociedad. También a reflexionar, a reírnos y a partir de ahí surgió esta idea de quiénes son y sobre todo de quien era ella, que le pasaba.

-¿Cómo fue darle vida al personaje de Umbra y la relación entre ambas?

Una de las cosas que decíamos con Umbra era esto de tener una imagen de ella misteriosa en cuanto al sentir que algo está pasando en su interior, pero no saber que es, porque no podemos entrar en ella. Pero  siempre sentirla absolutamente, qué se le ve en los ojos, en la piel, en el cuerpo. Hablamos sobre como ella se tenía que mostrar frente a su familia y como cuando estaba sola. Una vez que conversamos sobre eso fue sencillo porque Umbra es extraordinaria. Se dió muy bien esa comunicación entre las dos, todo el tiempo tratando de conectarnos para entender lo que estábamos haciendo. Se armó un buen dialogo, también sin palabras porque no fue que conversamos tanto, se fue dando y salió.

-¿Como fue trabajar con niñas/os y como fueron las indicaciones hacia ellos?

Siempre te dicen que es muy difícil trabajar con niños, que no lo hagas en tu primera película y acá son cuatro, pero eran muy importantes para nosotros en esa familia y ese entorno. El peso que tienen en la historia, era muy importante que estuvieran muy presentes y que ese vínculo se sostuviera entre todos. Hicimos un casting muy largo, a más de doscientos niños a lo largo, primero hicimos un año y al año siguiente volvimos a hacer otro. Una vez que empezamos a ensayar nos dimos cuenta que había sido acertado y que entre ellos estaban generando el vínculo que tenían que generar. Estaban también entendiendo de que se trata hacer cine porque era su primera experiencia, y lo importante era que no perdieran todo lo hermoso que tienen, la espontaneidad, disfrutar lo que están haciendo, más allá de que lo hagan responsablemente, lo importante era que se diviertan.

-¿Volverías a trabajar nuevamente con niñas/os?

Para mí  fue una de las mejores experiencias. Quiero seguir trabajando con niños porque te traen una energía, una alegría y un amor a todo lo que hacen que muchas veces uno se olvida y entonces, todo lo complejo que puede ser la logística de permitir que ellos estén, lo vale siempre. El trabajo con los niños me encanta, obviamente tuve mucha ayuda de mi coach, Nancy Sambataro, quien sabía muy bien que era lo que estábamos buscando y logró ir generando esos vínculos. Son niños muy especiales y brillantes, van a tener una hermosa carrera si siguen con la actuación.

-En cuanto a la iluminación, los colores y sus intensidades ¿Trabajaste con algún esquema ya decidido o fuiste improvisando con lo que te parecía más adecuado al momento?

La fotografía fue bastante pensada en términos conceptuales generales, y después en la pre y en el rodaje se fue modificando, fue creciendo, fue cambiando. Pero sí había muchas cosas claras en cuanto a que colores eran fundamentales todo el tiempo y cuales en un momento no y en cuáles sí, tanto a nivel foto, a nivel arte como a nivel vestuario.  Se trabajó muy coordinadamente todo eso, porque los colores nos influyen emocionalmente y al tener entornos tan cambiantes, teníamos que tenerlo un poco más en claro. La mayoría del rodaje es en exteriores, más allá de la naturaleza también hay mucho exterior de ciudad. Por eso la luz natural era fundamental para nosotros y cuidarla por la dinámica de rodaje y  también utilizarla a nuestro favor. Planteamos puestas dónde no requeríamos tanto artefacto, sino pensar los planos en base a esa luz natural.

-Hay una frase que dice Lola, la protagonista de la película, que es “hay que tenerle mucho respeto al mar”. ¿Crees que va por ahí el símbolo de la película?

No es tan determinado hacia una sola cosa. Pero para mí, el mar tanto en Mar del plata como lo observo y se intenta retratar, tiene que ver con esa inmensidad  sobre todo ya que es un personaje más en la peli. De hecho, uno de los conceptos para mí es que Lola es el mar, en el sentido de que cambia , abraza y puede ser hermoso, puede ser súper calmo y puede ser lo completo y un montón de cosas más. Entonces en eso si encuentro una relación con el personaje de ella también, de como todo ese mundo interior que a ella le está revolviendo por dentro, se empieza también como a abrir hacia los otros. Así como por un lado produce malestar o asfixia, por otro lado produce todo lo contrario. Es un poco lo que habla la película, que nada es una cosa o otra, sino que todo el tiempo estamos conviviendo con contradicciones que son las que hacen que las cosas sean como son.

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