De las manos de Pola Udine y Héctor Changuito el documental es un boxeador a lo Nicolino Locche: te gana por cansancio. No pega a lo Tyson pero tampoco se deja pegar. El film apunta a lo esencial pero lo va desgranando de a poco, con historias y frases muy fuertes pero dichas en forma natural y sin rimbombancia ni parafernalia. por Juan Manuel Zetler Varela
A lo largo de 73 deliciosos (y a la vez terribles) minutos se muestra la podredumbre de la justicia y de la policía de la Provincia de Buenos Aires (la maldita policía). Haciendo eje en la terrible historia de Yanina Fariaz, pero con otras a su alrededor, se trata del tema de las causas armadas en especial contra los pobres y las mujeres del conurbano profundo. La temática atraviesa muchísimos tópicos, algunas de ellos muy actuales: la criminilización de la pobreza (Zaffaroni dixit), el feminismo, la omnipresencia del patriarcado en la mayoría de las instituciones, el machismo y la brutalidad judicial y policial así como su connivencia espuria, entre muchos otros temas que el film deja flotando.
El documental empieza en la “ciudad conservadora” de Mercedes, Provincia de Buenos Aires (causalidad o casualidad: allí nació el dictador Jorge Rafael Videla). En esta ciudad se juzga a una discapacitada intelectual –Yanina Fáriaz- por no haber hecho lo suficiente para que su pareja, desde hacía escasos quinces días, matara a golpes a una de sus hijas, Xiomara, de apenas dos años. Tanto Yanina como su concubino fueron arrestados. Un numeroso e interesante colectivo de organismo de derechos humanos y del feminismo clama por la inmediata liberación y posterior absolución de Yanina.
Uno de los más grandes méritos del documental es un ramillo de frases dichas por los entrevistados que, si las llevamos, al paroxismo, ponen en jaque al mismísimo estado de derecho: “Yanina es una presa política del patriarcado”, “el fabricar causas armadas es una política de Estado”, “la Policía y, más, el Servicio Penitenciario tienen muchos resabios de la dictadura”, “no existe la justicia para los discapacitados” “los familiares de los presos estamos también presos y muertos en vida” “somos víctimas de la violencia patriarcal”, “hay que llevar el ni una menos a la cárcel”, “la Justicia es burguesa y machista”, “no seas policía nunca”, “esto es una injusticia y un extermino”, “las instituciones son una mierda”, “estamos encerrados con él” y tantas otras del mismo tenor. Parafraseando a la técnica del gran Nicolino: una frase tal vez solo te tambalea pero todas juntas te noquean.
El documental, a pesar de su crudeza, rescata la idea de solidaridad y unión para enfrentar al poder. Lo que sí disminuye la perspectiva del documental es la ausencia total de voces que expliquen que no son causas armadas.